viernes, mayo 25, 2007

Gatitos II


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martes, mayo 22, 2007

Gatitos

¿A que son moníiiiiiisimos?

Dedicado a Jade (primera de la derecha desde abajo).

viernes, mayo 18, 2007

Mi Gato hace Uyuyui II

Érase un Mintxi a una Sheena pegado…


No es Mintxi pero se le parece mucho.


El miércoles a las seis y diez sonó mi despertador (un móvil antiguo con carcasa del Sr de los anillos que me da pena jubilar y he reciclado como despertador). Tras remolonear un ratito, que siempre ayuda, encendí la lucecita de la mesita de noche/estantería bajita plagada de libros y me restregué mis legañosos ojillos mañaneros. Y entonces La vi. Aleteando furiosamente, con cara de mala leche y volando… ¡hacia mí! .



Imaginadla volando cual kamikaze



Me protegí con la sábana y esperé unos momentos pensando que se habría ido. Pero no! Ahí estaba, observándome con Ese ojo maligno de bicho a lo Starship Troopers


Esta foto no necesita explicación


Salí de entre las sábanas y salté de la cama, abrí la ventana de par en par (a ver si el fresquete de la mañana la animaba a largarse) y salí por la puerta con cierta contundencia y algo despavorida. El gato, que siempre que me oye levantarme se pone en la puerta de mi habitación para darme los buenos días, también se me quedó mirando con los ojos verdes muy abiertos a medida que me alejaba hacia la cocina. En ese momento, el Mintxi giró su cabecita gris/marronácea bruscamente, encogió el cuerpo y empezó a avanzar lentamente mientras entraba en mi cuarto. Él, el Garfield por excelencia, orondo y glotón, a lo rambo-felino acechando al bicho y saltando con las afiladas uñas sobre él. Tras acorralarlo entre la mesilla y la cama, sin darle tiempo ni a extender una de sus alas ¡zas! Bicho R.I.P.
Sólo tuve que barrer bajo la cama el cadáver mientras el gato me observaba sentado lamiéndose las patas con cierta satisfacción.



jueves, mayo 10, 2007

Comer o no Comer

En el puente de Mayo fui a visitar a mi abuelita- la de la pierna no, la que vive en Málaga – y, tras un viaje de varias horas, anhelando llegar y abrazar a la familia lo primero que me dice mi abuela es:

- Que bien te veo, Sheenanieta. ¡Estás más gordita que la última vez!*

- ¡¡¡!!!!

Y claro, no se me ocurrió otra cosa mejor que dejarla con la palabra en la boca y sin abrazo mientras tiraba las maletas al suelo y corría al baño a hacerme amiga de la báscula digital que le habían regalado mis tíos por Navidad.

Gracias a Don Pimpón no era para tanto y los “kilos de más” podían ser fácilmente aniquilados con unos días a lechuga y queso de Burgos. Bueno, “fácilmente aniquilados” no (al menos mientras durara el puente) porque una de las virtudes de mi abuelita es que cocina de Muerte y me encontré en una terrible disyuntiva: ¿comer o no comer? Esa era la cuestión. Al final, comí. Total, si tenía que ponerme a verdura cocida y a ensalada verde al volver, que más daba unos días más o menos.

Volvi del puente. El martes fui a la compra (todo el mundo sabe que a la compra no hay que ir los lunes). La tristeza me embargó mientras dejaba atrás las galletas-de-chocolate-que-están-muy-ricas-pero-engordan y el jamón serrano-vaya-pantumaca-que-me-hacía-con-él y metía en mi cesta fiambre de pavo, queso de sándwich 0%, ensalada gourmet, pizza integral, pan de cereales sin corteza y gazpacho de brick. Y cocacola, que si es Light no debe faltar en ninguna dieta.

En ello estoy. Ya os contaré y si veo que no me funciona siempre me quedará la dieta de la alcachofa ( con cocacola Light).

*lo cual me preocupó bastante porque “la última vez” fue por Fin de Año y ya iba atiborrada de mazapán y bolitas de coco de los días navideños anteriores

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viernes, mayo 04, 2007

Secretos de Familia

Mi abuelita se ha caído en la calle. Iba con una amiga tan contenta cuando las dos se pusieron a mirar un reloj de esos que te dicen también la temperatura. Estos aparatejos suelen estar situados a cierta altura, con lo que ambas levantaron la cabeza y dejaron de mirar hacia abajo sin dejar de caminar. La temperatura no sé cual sería pero al elevar la vista sólo una décima de segundo ¡ zás! un mínimo desnivel y mi abuelita por los suelos. Vaya aprovechados, los suelos, mira tú. Una fisura en la rodilla, otra en la nariz y contusiones varias y mi abuela lo primero que me dice cuando me entero es:

- ¡¡No le digas nada a tu madre!! (su hija)
- Pero pero pero..
- ¡Que no! Que no le digas nada que se va a preocupar (claro, es lo que suelen hacer las hijas cuando sus madres se caen en la calle)
- Pero pero pero…
- Ni pero ni pera. Y a tu tía tampoco, que está de vacaciones!
(me estaba leyendo el pensamiento, claro, porque llamar a mi tía era lo siguiente que iba a hacer)
- Pero pero pero…

Cualquiera le replica. Bueno, a ella o a mis padres.

En toda familia hay secretos. Cada uno tiene sus razones para guardarlos o, al menos, para retrasar su conocimiento. En mi familia últimamente se lleva mucho el no decir las cosas “para no preocupar”. Esto tiene sus ventajas pero como al final se termina sabiendo todo la bronca te la llevas igual. Tú, tu abuela y tu primo que se enteró por casualidad. Y todo por respetar los deseos de tu abuelita y no decir nada.
Mi familia es un matriarcado y eso mola. Al menos a mí me mola, que soy mujer. A mis tíos no he visto que les preguntaran nunca. Pero es lo que tiene un matriarcado. No es que los hombres no cuenten, simplemente son los últimos en enterarse.

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