jueves, septiembre 11, 2008

El Otoño la sangre Altera

A lo largo del año, todos pasamos por “épocas” en las que somos muy felices y nos va todo muy bien o somos desgraciadísimos y todo nos va fatal. Son intermitentes, y dependiendo de la persona, se viven de manera más intensa o más calmada. También dependiendo de la persona las buenas duran más y las malas menos o viceversa.

De vez en cuando paso por una época de apatía en la que no llego a ver la vida con negatividad pero si que la vivo “a la defensiva”. Es como si al comenzar la primavera y el otoño la sangre me pesara como si fueran kilos de más. Mi reacción habitual es hacer acopio de frasquitos de vitaminas y gin-seng y estar un mes tomándolas regadas con zumo de frutas tropicales elcorteingles. Suele funcionar, aunque realmente esos principios de estación los paso mejor si todo funciona en mi vida. Si me va bien el trabajo, si me va bien la pareja, si sigo sintiendo que tengo amigos, si estoy menos rellenita, si tengo mi tiempo ocupado, si aunque eche de menos a mi mamá hablo con ella por teléfono a menudo…

Estas épocas apáticas tienen la mala costumbre de hacerme darle vueltas a la cabeza a cualquier cosa por diminuta importancia que tenga en realidad. Pensar agota, y si encima son minucias, agota más. Es muy difícil, al menos para mí lo es, el priorizar lo que se nos pasa por la mente. El saber desconectar de lo poco importante para ocuparnos de lo que de verdad importa, y no siempre esto último es lo esencial. Lo esencial no siempre es el trabajo, no siempre es la hipoteca, no siempre son esos kilos de más. Lo esencial es el sentir los primeros rayos de sol de la primavera mientras te tomas un café mocca en una terraza; es el sentir el beso de buenas noches de tu amado, es el sentir que tu madre te apoya a través del teléfono, es el sentir la brisa del mar mientras paseas por la playa sin pensar en nada, es el olor de la hierba recién cortada al pasar por un parque de camino al trabajo, es el abrazo cariñoso de un amigo/a un día de lluvia, es la sonrisa de un bebé que está frente a nosotros en un autobús, es…todo lo que nos hace sentirnos vivos. Es lo que, a mí al menos, me da la energía necesaria para afrontar el resto del día, de la semana, del mes, del año. Otros le dan al Red Bull y les funciona.

Moraleja: no pases por la vida sin sentir las cosas pequeñas, no te arrepentirás.

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miércoles, septiembre 03, 2008

Me duele tó

Estoy flotosa. No, no es que me haya ido de fin de semana a Ámsterdam y me haya traído “recuerdos” (directamente, no fumo) si no que lo que empezó con un dolor de garganta se acabó extendiendo por todo mi cuerpillo serrano. Tras la tarde del lunes y todo el día de ayer en el que el sofá se convirtió en mi mejor amigo del alma, me vi con fuerzas para ir a trabajar. Bueno, en realidad tomé mi decisión tras una llamadita del estirado del Director Financiero, que por la voz no parecía estar para bromas. Tonta de mí. En vez de quedarme hoy también en casa dedicada a hacer automaratones de capítulos de series varias, me he levantado, duchado, vestido, cogido el metro, cogido un autobús y me he plantado en EmpresadeSheena antes de las ocho de la mañana. La cuestión es que me mantengo en pie a duras penas, y gracias a unas majérrimas pastillitas recetadas por el médico para estos casos (paracetamol, antibióticos, etc…) que si estás en casita tumbada en el susodicho sofá amigo del alma pues no deja de ser un proceso normal (lo de sentir que flotas sobre los cojines y eso). Pero si tienes que concentrarte, trabajar con tu ordenador, contestar llamadas (entre toses y estornudos) y tal pues es un asco.

Así que aquí estoy, deseando que lleguen las dos para tomarme otra dosis de paracetamol a ver si me alivia los síntomas cual adicta al idem. Tentada estoy también de informar al Director financiero que no tengo el cuerpo para pasodobles hoy y que hasta luego lucas, pero por no oirle… Será que tengo el virus del sindrome postvacacional. En mi empresa ya hemos caído varios presas del bichejo este.
En otro orden de cosas, la enfermedad tampoco me permitío ir al feliz amancebamiento de Zarajota y Lorzagirl. Sé de buena tinta que hubo bombones suizos a cascaporrillo y ricas viandas. Siento habérmelo perdido y por supuesto, les deseo muchísima felicidad y les doy las gracias por no casarse aún, que tengo dos bodas y una despedida de soltera seguidas y mi sueldo no da para más.

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