viernes, mayo 22, 2009

La Verdad sobre el Ramo de R.

Hace unos fines de semana. varios blogueros de pro (Towsend, Be, Sark, Emea, Scarlet Witch, Isabelo y Xisca) fuimos a una boda super mona. Super mona, porque la novia estaba guapísima con su vestido corte imperio de encaje y raso rosa. Porque invitados había los justos y necesarios. Porque los novios exhalaban amor por cada uno de sus poros y en cada una de las miradas que se dirigían. Y porque la iglesia era redonda y chiquitita en mitad de una urbanización super verde llena de chaletes.

Todo iba bien. La ceremonia había terminado y la noche había caído sobre la cúpula de la iglesia. El jardincito adyacente era iluminado por pequeñas luces anaranjadas dándole al lugar y al momento un maravilloso ambiente de intimidad. Los novios habían recibido su dosis de arroz y pétalos de florecillas del campo a partes iguales, habían recibido los abrazos y enhorabuenas de rigor con elegancia y habían posado incansables para las fotos. Cuando los invitados, y los novios por ende, estábamos a punto de movernos hacia el restaurante donde celebraríamos el mutuo amor de los contrayentes con un buen cordero asado (las tripillas ya daban la vara y empezábamos a tener cara de hambre) when de repente oimos a R. – la flamante esposa- decir:

-“a ver, las solteras que se pongan aquí, que voy a tirar el ramo…”

Nosotras, que ya habíamos empezado a volvernos de espaldas a la iglesia para irnos, giramos nuestros rostros hacia ella. R. estaba ya colocada de espaldas a nosotras y con el ramo levantado por encima de su cabeza, preparada para darle impulso y tirarlo. Lo hizo medio milisegundo después. El ramo voló primero hacia arriba y luego, cual pelota de Campeones y Oliver y Benji, realizó en el aire una elipse directa hacia… el duro suelo, ya que todavía estábamos agrupándonos y a ninguna nos había dado tiempo a ponernos tras R. Como no podíamos consentir que aquel preciosísimo ramo cayera al suelo, Xisca y yo nos adelantamos con los brazos extendidos (Xisca aseguraría después que no lo había podido evitar) y tras rebotar en sus manos…terminó aterrizando en las mías.

En ese momento un horrorizado grito de Tow rompió la quietud de la noche:

-“¡Devuelve eso!”

Y me encontré de repente dando saltitos y palmitas (algo muy difícil porque tenía el ramo agarrado con las dos manos) diciendo a voz en grito y para que se enteraran todos los invitados (a los que no conocía en su mayoría):

-“¡Cariño!... ¡Ya no te escapas!”

Y entonces fue cuando le pregunté a Sark eso de si me lo iban a estar recordando toda la noche

Y colorín colorado, esta es la verdadera historia del ramo de R. que por cierto, amablemente Tow ha colgado bocabajo y por un hilo de su armario para que se seque y quede bonito.

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