jueves, septiembre 21, 2006

Regreso al Futuro

Damas y caballeros. acabo de volver de mis vacaciones. Volver a la rutina siempre cuesta, sobre todo si has abandonado tu ciudad durante unos días. En mi caso, el síndrome post-vacacional se está convirtiendo en síndrome del “me va a dar un síncope a la voz de Ya!”. La vuelta al trabajo siempre cuesta, sobre todo si tu sustituta – cogida ex profeso para cubrir tu ausencia y por lo tanto desconocedora de tu trabajo – ha tenido que aprenderlo todo y tienes que poner al día un trabajo que debería estar hecho. Pero no sólo es el trabajo. Porque… ¿que me decís de todo lo demás? Amigos que no has visto en todo el verano y que tienes que ver, apuntarte al gimnasio, ir a la peluquería (sin duda tu permanente no ha sobrevivido al Sol ni al agua del mar), hacer la compra para que tu nevera deje de quejarse, bajar la ropa de “entretiempo” del trastero (que sí, que el verano se acaba hoy), procurar que tu casa reluzca de nuevo, ocuparte de la vuelta “al cole” de tus niños (si los tienes) o unos deseos irrefrenables de comprar los primeros fascículos de “Muñequitas Hawaianas de Colección” y de “Aprenda chino en un Pis Pas” que las editoriales ponen a la venta para aprovecharse del afán “renovador” de los que vuelven.
Así, descubres que las matemáticas del tiempo las inventó un desempleado aburrido y que, desde luego, si de ti dependiera los días tendrían 30 horas en vez de 24.
Con todo esto no me extraña que a los tres días de haber regresado tu último daiquiri playero se haya quedado en un remoto pasado.
Como dijo Morpheo con cierta ironía en la película The Matrix: “Welcome to the Real World” (que traducido sería algo así como: bienvenidos al mundo [de lo] real).

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