martes, abril 15, 2008

Celestina, ¿digame?

Cuando era niña, tenía unas tías abuelas filipinas a las que veía poco pero que cuando se daba la ocasión lo único que les preocupaba era “que iba a ser de mayor”. Primero me besuqueaban (”que mona está la niña, bli bli bla bla”) dejándome la cara llena de babas y carmín setentero y luego me hacían la dichosa preguntita (debe ser que no se acordaban de lo que les había contestado la última vez porque si no, no lo entiendo).
Yo siempre me debatía entre contestarles algo serio (“millonaria”) o algo para salir del paso y que me dejaran en paz (“profesora”, “enfermera”, “casamentera”…).

Pues no soy profesora, ni enfermera (ni millonaria, ya que hablamos de ello) pero en mis ratos libres tengo la manía (no soy yo, son ellos, de verdad que sí) de meter en los más frondosos berenjenales sentimentales a mis amigos. Eso sí, siempre advierto que no se admiten reclamaciones.

La tradición dicta que las bodas son los mejores sitios para que los jóvenes y guapos se emparejen (de una boda sale otra boda, etc etc etc…). Pues no. Si quieren emparejarse, vengan a una de mis fiestas de cumpleaños. Éxito garantizado. Llevo tres de tres. Y lo que más me asombra es que esas parejas siguen juntas (dos de ellas casadas y otra con planes futuros de casarse).

El otro día y tras reiteradas súplicas de cierto amigo que llevaba tiempo queriendo que le presentara “amigas”, incluí a mi amiga A., que hace unos meses acabó con una relación de pareja de muchos años, en una cena a la que mi amigo iba a ir y les coloqué juntos. Cuando me fui les dejé muy animados y con ganas de tomar un par de copas. Al día siguiente pregunté a mi amigo vía e-mail que qué tal le había ido. Él me contestó que se lo habían pasado muy bien, que tenía muy buenas vibraciones aunque ella estaba en “esa fase inicial de meetic que es muy perversa”.

Ah.
Re"ah"
Requete"ah"

Confieso que hace tiempo, cuando estaba “convaleciente” de una terrible relación acabada, una (ahora ex) compañera de trabajo me abrió una cuenta (por aquel entonces no se pagaba) para divertirnos. E incluso quedé con un meetic-amigo una vez (extraño caso en la que la foto, siendo él mismo y no su primo el de Zumosol, favorecía al sujeto en vez de al contrario). Y yo también estaba en una época en la que quería cambios en mi vida y tal (y pascual) Pero… ¿perversa?, ¿PERVERSA?...Me sentía “pícara”, “divertida”. Con ganas de pasarlo bien y olvidar el pasado. De rehacer mi vida de la mejor manera posible, en definitiva. Pero, ¿perversa?. No me imagino a mi amiga con orejas puntiagudas, rabo terminado en punta de flecha y tridente en mano, la verdad (je je je) así que supongo que mi amigo quería decir que mi amiga A. no estaba por labor (al menos de momento).

¿He dicho ya que no acepto reclamaciones?

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3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Pues visto que tus incursiones celestínicas acaban en boda, mejor no aceptes reclamaciones...

Divertido post.

un saludo.

desahogandome.blogia.com

martes, abril 15, 2008  
Blogger Necio Hutopo ha dicho...

Pues a lo mejor decía "perversa" más bien en plan de "ropa de cuero ajustada, zapatos de tacón muy alto y látigo de tres puntas", no?

Por cierto... "Si quieren emparejarse, vengan a una de mis fiestas de cumpleaños. Éxito garantizado"... me invitas a tu próximo cumpleaños? Me queda lejos, pero si funciona tan bien, haría lo posible por ir... Eso sí, llegaría cansado y mojado de agua de mar... Y es que nada un oceáno es lo que tiene

miércoles, abril 16, 2008  
Blogger Lucía ha dicho...

Jajaja, sólo faltaba que si tú pones de tu parte y les allanas el camino encima te pusieran reclamaciones.

Yo también pasé mi etapa "Meetic a ver que hay por ahí" (era gratis, ni siquiera sabía que ahora ya no, quién se iba a resistir??), aunque yo no sabría ser perversa ni que lo intentara.

Saludos

miércoles, abril 16, 2008  

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